Maestro Mora con el profesor Nerio Cáceres, director de
Núcleo y Teresita en actividades relacionadas con la escuela
La Escuela Manuel Cabré es la contraparte del Liceo Roberto Martínez Centeno, mientras éste se cae a pedazos, este plantel, ubicado en el barrio 19 de septiembre, surge de la cenizas como el Ave Fénix, gracias al trabajo realizado por la Misión Ribas, con su componente sociolaboral y con el respaldo de la actual directora, la profesora Luisa Carreño Matos, quien nos informó que estuvo 3 años consecutivos como subdirectora y desde el año pasado dirige este centro educativo, junto con la subdirectora, Sorleida Ochoa. La escuela tenía dos etapas y el 2004 comenzó la tercera. Tiene 32 años de fundada.
Su historia
La profesora recuerda que en el mes de mayo de 1972, el Ministerio de Educación de la época expresa su preocupación por la deserción escolar de todas las barriadas de Caracas. Personas con edades comprendidas entre 14 y 18 años sin estudiar. En ninguna barriada existían colegios y entonces la meta fue llevar docentes a los diferentes sectores, en este caso particular, el barrio 19 de marzo, el profesor Adolfo Mora, fundador de la escuela, realizó un censo e inició labores como maestro con 6 docentes más en las salas de las casas de los representantes. «No habían espacios y ellos comenzaron a trabajar en la casa de Esther Vivas, primera obrera de la Manuel Cabré, ya jubilada.
La profesora Carreño Matos agregó que luego el Ministerio les sugirió que buscaran un terreno para construir una escuela y solo existía éste que en aquel entonces se veía extenso; con la ayuda de los representantes se construyen dos aulas pequeñas pero sin paredes, y se le asigna el nombre de Escuela Marginal La Gran Parada. Ahora su matrícula cubre 13 barrios, de los cuales hay aproximadamente 40 muchachos estudiando en este plantel. Anteriormente había preescolar pero fue cambiado a dos cuadras. Eliminaron informática por falta de espacio. Hay una matrícula de 661 alumnos. En el plantel también se desarrollan las Misiones Robinson y Ribas.
«Cuando se inició Robinson,-manifestó la docente-, era emocionante porque los estudiantes eran personas mayores de 60 años, abuelas y madres, representantes de la escuela.»Es refrescante ver estas personas tan preocupadas e interesadas por estudiar». Habló de Panchita, una señora que estudia con mucho esfuerzo y amor, es muy colaboradora; es la primera que llega y la última que se va. En cuanto a la Misión Ribas, se mostró muy orgullosa porque los vencedores graduandos han realizado muchas actividades en beneficio de la escuela: pintaron las paredes, recuperaron los pupitres y han puesto la escuela como una» tacita de plata». Algunos pisos que estaban dañados fueron removidos y hechos de nuevo, con cemento.
Inseguridad
No hay mucha. Muy poca, afirmó la directora Carreño Matos. «Alguien se metió a la escuela y en un descuido de los vencedores, se llevaron un VHS de la Misión Robinson, nunca se recuperó».
Disciplina
La profesora considera que, para que funcione la institución se deben cumplir las normas: «Los estudiantes deben venir con su uniforme, no se permite el uso de pircing, aretes en los varones, ni gomina, y se llama al representante si los muchachos se salen de lo establecido. Los alumnos son muy aplicados, tienen un periódico hecho por ellos mismos, con el apoyo de los profesores y hasta premios han ganado, a nivel nacional.
Su historia
La profesora recuerda que en el mes de mayo de 1972, el Ministerio de Educación de la época expresa su preocupación por la deserción escolar de todas las barriadas de Caracas. Personas con edades comprendidas entre 14 y 18 años sin estudiar. En ninguna barriada existían colegios y entonces la meta fue llevar docentes a los diferentes sectores, en este caso particular, el barrio 19 de marzo, el profesor Adolfo Mora, fundador de la escuela, realizó un censo e inició labores como maestro con 6 docentes más en las salas de las casas de los representantes. «No habían espacios y ellos comenzaron a trabajar en la casa de Esther Vivas, primera obrera de la Manuel Cabré, ya jubilada.
La profesora Carreño Matos agregó que luego el Ministerio les sugirió que buscaran un terreno para construir una escuela y solo existía éste que en aquel entonces se veía extenso; con la ayuda de los representantes se construyen dos aulas pequeñas pero sin paredes, y se le asigna el nombre de Escuela Marginal La Gran Parada. Ahora su matrícula cubre 13 barrios, de los cuales hay aproximadamente 40 muchachos estudiando en este plantel. Anteriormente había preescolar pero fue cambiado a dos cuadras. Eliminaron informática por falta de espacio. Hay una matrícula de 661 alumnos. En el plantel también se desarrollan las Misiones Robinson y Ribas.
«Cuando se inició Robinson,-manifestó la docente-, era emocionante porque los estudiantes eran personas mayores de 60 años, abuelas y madres, representantes de la escuela.»Es refrescante ver estas personas tan preocupadas e interesadas por estudiar». Habló de Panchita, una señora que estudia con mucho esfuerzo y amor, es muy colaboradora; es la primera que llega y la última que se va. En cuanto a la Misión Ribas, se mostró muy orgullosa porque los vencedores graduandos han realizado muchas actividades en beneficio de la escuela: pintaron las paredes, recuperaron los pupitres y han puesto la escuela como una» tacita de plata». Algunos pisos que estaban dañados fueron removidos y hechos de nuevo, con cemento.
Inseguridad
No hay mucha. Muy poca, afirmó la directora Carreño Matos. «Alguien se metió a la escuela y en un descuido de los vencedores, se llevaron un VHS de la Misión Robinson, nunca se recuperó».
Disciplina
La profesora considera que, para que funcione la institución se deben cumplir las normas: «Los estudiantes deben venir con su uniforme, no se permite el uso de pircing, aretes en los varones, ni gomina, y se llama al representante si los muchachos se salen de lo establecido. Los alumnos son muy aplicados, tienen un periódico hecho por ellos mismos, con el apoyo de los profesores y hasta premios han ganado, a nivel nacional.
Nota de la Redactora: Esta información fue elaborada en Diciembre del año 2005. Actualmente, la situación ha cambiado y la directora Luisa Carreño está cobrando 15 mil bolívares por cada niño, de lo contrario no los inscribe. Este es el caso de William y Nayú, coordinadores de la Misión Ribas, quienes se negaron a pagar, hicieron valer el derecho a la educación de los niños y que esta prohibido cobrar matrícula. La directora a regañadientes los inscribió pero dejó constancia en la planilla que los padres no colaboraron. Además, está solicitando la desocupación de la Misión Ribas y poco ha poco les ha reducido el espacio para un óptimo funcionamiento. Para no involucrarse le cedió los espacios a los representantes y ahora el enfrentamiento es con éstos últimos y así ella se cura en salud. La Misión Ribas, cuando el plantel estaba en las peores condiciones recuperó los espacios: los vencedores pintaron las paredes, reconstruyeron el piso, taparon goteras, lijaron y pintaron los pupitres y dejaron la escuela como una “tacita de plata”. Además instaló todos los bombillos porque el plantel estaba a oscuras. Ella se fue por una temporada y cuando regresó desaparecieron los bombillos y ahora le tiene una guerra montada a la coordinadora Nayú y cada rato les mueve los televisores y vhs de un lugar a otro manifestando que necesita los espacios. Se les recuerda a los directores de centros educativos que la Misión Ribas se rige por todas las normas establecidas por el Ministerio de Educación y no son ellos quienes mandan en las escuelas, sino las comunidades. Ya es hora que entiendan que estos no son cotos cerrados de su exclusiva propiedad y respeten los espacios de las misiones que son las que están formando a la población excluída de la educación tradicional desde hace muchos años.
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